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15 de marzo de 2008

HOTEL PARA MOCHILEROS





Entrevista: JAVIER HUNDSKOPF

No basta con reconocer una buena oportunidad, también se tiene que actuar. Ambos factores tienen que coincidir"

"Si existe un hotel Flying Pig en Amsterdam, y nuestro apellido significa cabeza de perro, ¿por qué no somos Flying Dog?", preguntó el hijo de Javier Hundskopf. Así nació Flying Dog Hostels, la cadena de hostales para viajeros independientes que ahora cuenta con siete locales. Javier, que maneja varios restaurantes miraflorinos desde hace 25 años, decidió apostar por este rubro porque, como buen sabueso, sabe detectar --antes que el resto-- dónde está el negocio. Pero en especial porque en el fondo comparte, como sus hospedados, esa búsqueda por la aventura.


Usted maneja ocho restaurantes, ¿cómo se animó a entrar al rubro de hostales?

Me paraba frente a la ventana de mi oficina para ver el parque de Miraflores, y al ver a tanto mochilero dando vueltas, me di cuenta de que algo se movía, que el negocio estaba ahí, en la calle.

¿Siente que ha sabido olfatear bien las oportunidades?

Sí. Pero no basta con reconocer una buena oportunidad, también se tiene que actuar. Ambas, oportunidad y acción, tienen que coincidir para que un negocio prospere.



Dentro de sus actividades, el Flying Dog aún es una pulga...

No, no, no. Es la actividad que más me entusiasma ahora. Este mundo del viajero independiente realmente me tiene muy impresionado.


¿Por qué?

Ellos buscan libertad, independencia, prefieren el microbús al taxi. Son muchachos que huyen de la modernidad, son viajeros independientes que buscan aire libre y aventura, que huyen del protocolo y de los hoteles de cinco estrellas.

¿Le hubiera gustado viajar tirando dedo?

No solo tiré dedo, yo fui chofer de tráiler. Bueno, entre mis estudios, mientras los dejaba y reanudaba.

¿Cómo llegó a manejar un camión?
A los 18, emigré a EE.UU., no me gustó, regresé. Siempre me ha gustado la vida al aire libre, buscar rutas, conversar con la gente. Entonces, un chofer de camión me convenció y con ayuda de mi padre compré uno. A los 21, empecé a transportar fideos, pasta de algodón, arroz, plátanos.


¿Y qué lo detuvo?

Quebré (risas). Por mi audacia juvenil, me atreví a cargar arroz cuando todos me decían que no lo hiciera, por el fenómeno de El Niño, en el 71. Entonces, se cayó el puente de Chepén, quedamos varados, los pobladores me molieron a palos y me robaron la mercadería.




Y retomó sus estudios...

Mi padre consideró siempre que no servía mucho para los estudios, no le faltaba razón. Pero no por falta de cualidades, sino porque me gustaba más la aventura, los negocios.

Era de los que se tiraban la pera en el colegio...

Hasta que me botaron y, tratando de corregirme, me pasaron al Leoncio Prado. Imagínate, un hombre aventurero, como yo, metido en un régimen militar.


Pero lograron disciplinarlo.

Bueno, tengo disciplina en el gasto y en la consecución de mis objetivos. Sabemos lo que queremos, dónde estamos y adónde vamos, pero eso lo aprendí antes.


¿En la infancia?

Por supuesto, cuando tienes que ponerle cartón a tu zapato para que no se pase el agua, y debes trabajar para comerte un helado, eso te enseña a buscar salidas. De chico pintaba fachadas, limpiaba pisos, hacía muchas actividades para emerger de la pobreza. Pero esto también me ha ayudado a comprender todos los sectores sociales.


¿Cómo llegó a tener su primer restaurante?


Había estudiado Derecho y comencé en el restaurante Costa Verde ordenando un poco la casa. Quedé cautivado con el servicio de alimentos y bebidas, me gustaba atender. Entonces, en el 82, decidí abrirme y poner mi propio restaurante, la Trattoría Don Vito.


¿Si no hubiera sido abogado laboralista, qué profesión le hubiera gustado seguir?


Hasta el día de hoy no sé lo que hubiese seguido. Pude haber sido un extraordinario diseñador de interiores, ingeniero civil, arquitecto. Lo mío es la creación. No ha habido año que no hayamos hecho un producto nuevo.


¿La creatividad es parte importante de su éxito?


La persistencia, la renovación, el optimismo y la creatividad. Yo me dejé guiar por mi naturaleza de brindar un servicio, por mis ganas de agradar.

¿Y a su esposa le agrada su obsesión por el trabajo?


Mi mujer me dijo un día: "Te has casado con la mujer más tonta del mundo, soy la única que te permite que trabajes 15 horas diarias, que llegues a las 12 de la noche, a veces llegas tan cansado que no te provoca ni responderme". Pero creo que es la más inteligente, porque de no ser así, no hubiéramos durado ni un mes. Ahora ya tenemos 32 años de feliz matrimonio con cuatro hijos magníficos.


¿Les ha enseñado a sus hijos a trabajar desde jóvenes?


No he criado hijos ricos. A todos los he puesto a trabajar desde chicos, limpiando baños, sirviendo helados. Todos hemos participado en la generación de esfuerzos. Entendiendo que solamente el esfuerzo te trae bienestar. Si no, recuerda el dicho: "De abuelo rico, hijo gastador y nieto quebrador".


¿Y por qué Flying Dog?


En el 2000, en la sobremesa de mi casa, uno de mis hijos hizo esta reflexión: "Si existe un hotel Flying Pig en Amsterdam y nosotros somos cabeza de perro, por qué no somos perro volador?" Entonces, el 2000 comencé habilitando tres cuartitos y fuimos creciendo espontáneamente. El 2005 los cuartos paraban repletos y algunos clientes hasta tenían que dormir en el piso. Ahora tenemos cuatro locales en Miraflores, tres franquicias en Cusco y pienso abrir dos más en Arequipa y Huaraz.


¿Cuál es su proyección?

Nuestro objetivo es convertirnos en la cadena de hostales para viajeros independientes más importante. El Perú privilegia el turismo de alto gasto como medida para captar recursos, pero en mi opinión no debe subestimar al mochilero, este es el turismo del futuro.


¿Su apellido es alemán, lo habla?


¡Nada! Bueno, un poco. Mi abuelo era alemán, pero mi padre es chalaco y mi madre de Lambayeque. Soy criollazo.




Nombre: Javier Hundskopf
Edad: 56 años
Cargo: Gerente general

Organización: Flying Dog Hostels, la cadena de hostales para viajeros independientes, tiene cuatro locales en Lima, tres franquicias en Cusco y este año contará con dos más, en Arequipa y Huaraz.








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